Zona Veredal Transitoria de Normalización (ZVTN) “Aldemar Galán”
Municipio Policarpa Nariño
Por: María Alejandra Ramírez G.
Integrante del Grupo de Investigación en DDHH «Ignacio Torres».
En la gramática quechua, lengua de los andes, no se encuentra una palabra que indique algo referido a la amistad. La palabra castellana más cercana que utilizan los pueblos milenarios es hermandad; hermandad con la vida, con el mundo, con el cosmos, con los demás seres (humanos y no humanos). Esta imposibilidad de pensar en lengua quechua una palabra cara a Occidente como es la amistad, indica otras formas de nombrar el mundo, de habitar el mundo, de morar en él. Estos modos de vida más comunitarios, más comunales, más solidarios, más conectados con los ciclos del Universo y de la vida aún persisten en América Latina, en los pueblos de los andes.
Entre montañas nariñenses y por donde transita el imponente río Patía, se encuentra la Zona Veredal Transitoria de Normalización (ZVTN) “Aldemar Galán” del municipio de Policarpa, en la que están agrupados los excombatientes de las FARC del frente 29 y 8, cerca a la población de Madrigal, donde resaltan varios murales que proyectan la fuerza de los pueblos andinos, sus apuestas por la vida, sus resistencias vitales, sus sabidurías ancestrales, sus expectativas centrales frente al acuerdo de la Habana, como son la urgencia de la implementación y la necesidad de tejer con la vida sin la mediación cruenta de la guerra.
Es impactante cómo a través del arte se consigue proyectar los anhelos de la guerrillerada, verbo y gracia de esto un mural compuesto por dos aves: un colibrí y una guacamaya. La guacamaya que ilustra las ganas de salir de las lógicas de la guerra para adentrarse en el colorido de una vida de sueños y esperanzas a la que quieren llegar con su voluntad de paz; y el colibrí que como cuenta la sabiduría guaraní, perseveró para contribuir a apagar grandes incendios con su pequeño pico repleto de agua, asimismo en el caso de la guerrilla colombiana, representa su intención de poner su poco de agua para apagar una Colombia que por tanto tiempo estuvo en llamas.
Por otra parte, también se puede divisar un mural en el que dos manos se encuentran, dando a significar la hermandad de los pueblos andinos, la necesidad de abandonar la guerra y la pretensión de reconciliar las dos Colombias: una urbana que se ha forjado a fuerza de despojo, de cinturones de miseria, de mujeres, niños y ancianos viviendo en medio del concreto, sin el verde de la libertad, sin dignidad; y una Colombia rural amenazada, sitiada, bombardeada por los aparatos de guerra que no ven historias de vida sino hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas a los que hay que exterminar. Reconciliación que se hace necesaria para avanzar en la consolidación democrática de nuestra sociedad.
El arte en los muros de la ZVTN, es el enlace que convoca, muestran la fuerza de esa solidaridad, el anhelo de hermandad de los pueblos andinos, la belleza de los vuelos majestuosos y bellos de las aves milenarias que han acompañado el trasegar del hombre andino por estos territorios llenos de fantasías, de hermosura placentera, de desbordante vida, haciendo que la esperanza renazca a través de los murales.